LOS CAMPANILLEROS

«Los Campanilleros». Luis Fuentes y la banda de la asociación cultural Castillo de la Mota. 2011.

De vez en cuando, al llegar estos días, acostumbrábamos en esta misma sección de ERREPUBLIKA PLAZA a despedir el año con un villancico. Eso sí, con un villancico laico, republicano o con alguna canción que nos recordase las fecha en la que estamos, pero que estuviese desprovista de cualquier connotación religiosa, y que al mismo tiempo fuese lo más cercana posible al espíritu de lucha, de denuncia y de reivindicación que desde el primer momento ha marcado nuestra línea. Hoy cerramos este convulso 2022 con una muy particular versión de uno de los más sobrios y emotivos villancicos del folclore popular de este país: Los Campanilleros.

La primera vez que se grabó este famoso villancico fue en 1929, interpretado por el cantaor de Jerez, Manuel Torre (1878-1933). Curiosamente, su primera estrofa era ya todo un alegato, más cercano al ansia de libertad con el que España comenzó aquel decisivo periodo de su historia que al rancio beaterío de mantilla y sacristía que practicaban en aquel entonces las clases pudientes andaluzas:

“A la puerta de un rico avariento
llegó Jesucristo y limosna pidió.
Pero en vez de darle la limosna,
los perros que había se los azuzó.
Pero quiso Dios
que al momento los perros murieran
y el rico avariento pobre se quedó.”

Sin embargo, no fue hasta 3 años más tarde, ya instaurada la IIª República, cuando Dolores Jiménez (1908-1999), más conocida como “La Niña de la Puebla” convirtió este villancico en uno de los más populares de todo el repertorio de canciones navideñas, pero también en uno de los más queridos por el pueblo llano, al que le resultaba mucho más sencillo identificarse con aquel Cristo pobre y desvalido al que los ricos le echaban sus perros encima, que con la pompa y el boato con el que los señoritos acostumbraban a celebrar aquellas fiestas en las que la mayoría de los trabajadores ni tan siquiera tenían asegurado el pan.

Finalizada la Guerra Civil, Los Campanilleros pasó a ser considerado un villancico casi marginal, más propio de “gitanos” y de muertos de hambre que de fervientes católicos y franquistas de bien. De hecho, aquella letra original que hablaba de ricos avaros se dulcificó por recomendación del clero y de la autoridad competente y su prosa fue rebajada mediante referencias a imágenes menos comprometedoras como eran las flores, los pajarillos, el rocío y las guitarras… Todo mucho más decente y mucho más español, sin duda.

Con la victoria del fascismo, el recuerdo de la letra original de aquel villancico airado se fue perdiendo poco a poco y, por supuesto, lo que se ocultó deliberadamente es que aquella tonada de ecos navideños había contado, casi desde su origen, con otra letra mucho más combativa que se había ido trasmitiendo de boca a boca en los Ateneos Libertarios y en las Casas del Pueblo cuando los paisanos, enardecidos por unas cuantas copas de anís y a resguardo de la mirada de los terratenientes, se reunían a cantar la Nochebuena como ellos la sentían: Denunciando la injusticia y la miseria y aspirando a una nueva sociedad en la que no existiesen ni opresores ni oprimidos. Aquella versión de Los Campanilleros, que despojada de cualquier viso de religiosidad llegó a convertirse en un auténtico himno anarquista, fue recogida de la tradición oral por el historiador José Luis Gutiérrez Molina a final de los años 90 y registrada en la biografía que con el título de “La tiza, la tinta y la palabra” dedicó al maestro anarquista, José Sánchez Rosa, asesinado en Sevilla por Queipo de Llano el 31 de julio de 1936. Aquella versión proletaria de Los Campanilleros nunca fue ni grabada ni interpretada en público hasta bien entrado el siglo XXI, cuando el cantaor de Marchena Luis Fuentes, acompañado por la banda de la Asociación Cultural Castillo de la Mota, la cantó, por primera vez en más de 70 años, dentro del programa de las “VI Jornadas de Dignificación y Recuperación de la Memoria Histórica”, celebradas del 1 al 4 de mayo de 2011 en Marchena, Sevilla.

Ni que decir tiene que, Los Campanilleros nunca perdió —la cantase quien la cantase— aquel halo de malditismo que la había acompañado desde que, en los albores de la IIª República, nació como villancico popular. Además, eran muy pocos los conocedores del impostado estigma que el nacional-catolicismo le había intentado imprimir, ya que, obviamente, no se podía decir a los cuatro vientos que aquel villancico no gustaba ni a los obispos ni a los militares, ni al movimiento ni al sátrapa de el Pardo, porque desde que nació siempre tuvo un arraigo mucho más popular que las insulsas canciones importadas con las que la dictadura pretendía disfrazar aquellas navidades de redadas y palizas.

Sirva hoy este villancico “rojo y negro” para cerrar un año que todos hubiésemos querido más pacífico y más tranquilo y para desear un futuro que nos libere de cadenas y mazmorras y nos acerque a esa preciosa utopía de un mundo justo y libre en el que podamos regirnos por ese ansiado principio que dice: “¡De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades!”.

¡FELIZ 2023!

LOS CAMPANILLEROS

Por los campos de mi Andalucía
los campanilleros de la libertad
van luchando, gritando y cantando
los campanilleros de la libertad.

Y en la cárcel están sin comida
anarquistas que un día
a la España esclava querían libertar.

Amnistía reclaman los parias
para sus hermanos que sufren prisión
y sus gritos se ahogan en sangre
por los opresores de la situación.

Y un día será
en que el pueblo se lance a la lucha
y de estas mazmorras los libertará.

Por los campos de mi Andalucía
los campanilleros de la libertad
van luchando, gritando y cantando
los campanilleros de la libertad.

Anarquía sublime palabra,
la idea más hermosa de la Humanidad.

Letra y música: Popular. (1932)

Frente de Madrid, colecta para la cena de Nochebuena de los Milicianos. Navidad de 1936
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