Picasso

Málaga

     Azul, blanco y añil

     postal y marinero.

De azul se arrancó el toro del toril,

De azul el toro del chiquero.

De azul se arrancó el toro.

               ¡Oh guitarra de oro,

               oh toro por el mar, toro y torero!

               España:

fina tela de araña,

guadaña y musaraña,

braña, entraña, cucaña,

saña, pipirigaña,

y todo lo que suena y consuena

contigo: España, España.

El toro se estrena y que se llena

de ti y en ti se baña,

se laña y deslaña,

se estaña y desestaña,

como el toro que es toro y azul toro de España.

               Picasso:

maternidad azul, arlequín rosa.

Es la alegría pura una niña preñada;

la gracia, un ángel, una cabra dichosa,

rosadamente rosa,

tras una niña sonrosada.

Y la tristeza más tristeza,

Una mujer que plancha, doblada la cabeza,

Azulada.

¿Quién sabrá de la suerte de la línea,

de la aventura del color?

               Una mañana,

vaciados los ojos de receta,

se arrojan a la mar: una paleta.

Y se descubre esa ventana

que se entreabre al mediodía

de otro nuevo planeta

desnudo y con rigor de geometría.

La Fábrica de Horta de Ebro.

La Arlesiana.

               El modelo.

                               Clovis Sagot.

                                                     El violinista.

(¿Qué queda de la mano real, del instrumento,

del sonido?

Un invento,

Un nuevo dios sin parecido.)

Entre el ayer y el hoy se desgaja

lo que más se asemeja a un cataclismo.

Trae rigideces de mortaja,

separación de abismo.

Le journal.

               Una pipa.

                               Una guitarra.

                                                     Una botella.

               El cubismo.                                   

Pero todo pasado —¡ah, ah!— por otra estrella.

¿Cuál será la arrancada

del toro —¿acorralado?—   

en un duro, aparente

callejón sin salida.

               Miedo

¡Fuera, fuera la gente!

Para mí es poco ancho todo el ruedo.

Por entre los tejados     

se divisa la raya

de la mar y mujeres charlando en una fuente 

y desnudos  corriendo por la playa.

Vida, vida, vida. 

Sangre pura, pasión de toro bravo.

Aquí el toro torea a veces al torero.

Es el toro quien teme la cogida.

Con las astas dibuja.

¿Quién vio punta de aguja

torear más ceñida?

                               El taller.

                               Una mujer

es apenas un cuarto de sombrero,

mujer casi almohadón,

caderas de butaca,

los senos en la alfombra, y el trasero,

asomado al balcón.

Monstruos.

     ¡Oh monstruos, razón de la pintura,

     sueños de la poesía!

Precipicios extraños,

secretas expediciones

hasta los fosos de la luz oscura.

     Arabescos. Revelaciones.

Canta el color con otra ortografía

y la mano dispara una nueva  escritura.

     La guerra: la española.

     ¿Cuál será la arrancada

     del toro que le parten en la cruz una pica?

     Banderillas de fuego.

     Una ola, tras otra ola desollada.

                               Guernica.

                               Dolor al rojo vivo.

   …Y aquí el juego del arte comienza a ser un juego explosivo.

De: La pintura (Poema del color y la línea)

RAFAEL ALBERTI

Esta entrada fue publicada en Bertsotan/ en verso. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.