ANTONI BENAIGES: EL MAESTO QUE PROMETIÓ EL MAR
Autores: Sergi Bernal (guion) y Javier Martínez Sancho (dibujo). Publicado en diciembre de 2022 por Editorial Blume; rústica, 128 páginas, color, más prólogo de Sergi Bernal (Desenterrando el silencio); más solapas con biografías de los autores y texto de Antoni Benaiges, fotografías de los Cuadernillos elaborados por los propios niños y niñas, y del libro en el que se inspira el cómic; y cuadernillo facsímil Sueños, editado por los niños de la escuela en abril de 1936 y que recoge los sueños que tenían.
Sergi Bernal (Barcelona, 1973), geógrafo y fotógrafo documentalista y de viajes; fue galardonado con el primer premio en el Festival de Fotoreportaje Visa Off de Perpiñán en 2009 por el proyecto de fotografías sobre la China más rural; recientemente ha conseguido el premio otorgado por la Associació de Mestres Rosa Sensat de Cataluña por «su trabajo constante para recuperar la memoria histórica del país, de la escuela y de los maestros». Ha realizado exposiciones en Barcelona, Madrid, Perpiñán, Mataró y Dajla; trabaja especialmente haciendo reportajes de las luchas de los movimientos sociales y populares, como por ejemplo de los desahucios y de los campos de refugiados u otras tragedias históricas. Es también coautor de la exposición Desenterrando el silencio, proyecto que dignifica a las personas desaparecidas y asesinadas por el fascismo, y también del libro Antoni Benaiges, el maestro que prometió el mar. Fue ganador de una beca en el Fórum Fotográfico de Can Basté (2010).
Javier Martínez Sancho (Burgos), maestro jubilado, pintor y dibujante de cómics, que hasta la fecha ha publicado Poema del Mío Cid y 800 años de la catedral de Burgos.
Para conmemorar el 152 Aniversario de la Comuna de París, desde el Colectivo Republicano de Euskal Herria el próximo 18 de marzo vamos a realizar lo que hemos llamado un “Viaje Republicano a Burgos”, una jornada en la que dentro de las actividades previstas está la visita al Campo de Concentración de Miranda, el último en desaparecer y del que en este blog hemos hablado ya en dos ocasiones con motivo de la presentación de los cómics Esclavos de Franco y El Solar; visitaremos el monumento al militar traidor y asesino, el General Mola; iremos hasta la Fosa de Estepar, uno de los muchos símbolos del horror franquista y en la que se estima que están sepultadas 96 personas fusiladas por los fascistas. Y como no, visitaremos la Escuela de Bañuelos de Bureba, la escuela en la que durante dos años ejerció de maestro Antoni Benaiges Nogués, el protagonista del cómic de este mes. Os animo a participar en dicha excursión.
En agosto del 2021 desde este blog, y a través de la presentación del cómic Residencia de estudiantes ya hablamos de la importancia que para la II República tuvo la educación, y del esfuerzo que realizó para alfabetizar a una sociedad mayoritariamente rural y con elevados porcentajes de analfabetismo, así como el de acercar la lectura y las actividades culturales a los lugares más remotos de nuestra geografía a través de las Misiones Pedagógicas. También mencionamos que lo primero que los golpistas hicieron fue destruir toda la labor llevada a cabo en esta materia por la II República, realizando una durísima represión que consistió básicamente en la depuración y fusilamiento de unos 60.000 maestros y maestras y la supresión del Plan Profesional de Magisterio puesto en marcha por la República.
Todo esto comentado a un nivel muy general, al contrario de lo que este mes traemos, que es la historia concreta de Antoni Benaiges Nogués, maestro catalán nacido en Montroig del Camp, Tarragona, en 1903. Se sacó el título de magisterio en 1929 y los primeros tres años de maestro los pasó en diferentes escuelas de Madrid. En 1932 volvió a Cataluña, a Vilanova i la Geltrú, como maestro interino de la Escuela Graduada de Niños, donde comenzó a probar las técnicas de Célestin Freinet (1896-1966), un pedagogo francés que propuso un método orientado a «dar la palabra al niño» y en el que la imprenta se convertía en un instrumento imprescindible para el aprendizaje y la socialización. En 1934 le fue asignada la plaza en propiedad en Bañuelos de Bureba, provincia de Burgos, un municipio con 198 personas empadronadas y 44 casas censadas, un pueblo aislado, sin electricidad, sin teléfono ni agua corriente, con una escuela abandonada por el Estado, sin materiales y con poco más recursos que la buena voluntad de alumnos y del maestro.
Antoni Benaiges procedía de una familia rural, pero con una parte muy involucrada en el mundo de la pedagogía. Su madre era sobrina de Agustí Sardà Llaberia, ilustre pedagogo y político republicano, y prima hermana de la pedagoga Mercè Sardà Uribarri. Además, dos hermanos de la madre estaban muy relacionados con la Institución Libre de Enseñanza. La familia materna también le transmitió las ideas de justicia social que promulgaban los republicanos. En 1931, mientras hacía de maestro en el Grupo Escolar Carmen Rojo de Madrid, se afilió a la Agrupación Socialista. En 1934 comenzó a militar de manera destacada en la Federación Estatal de Trabajadores de la Enseñanza de UGT de Barcelona. Durante los dos años que ejerció en Burgos, colaboró intensamente con la Agrupación Republicana y fue miembro de la Casa del Pueblo de Briviesca. Era uno de los más destacados articulistas del semanario de izquierdas La voz de la Bureba. En el verano de 1936 la mayoría de sus articulistas acabaron en la fosa común de La Pedraja.
Durante su estancia como maestro en Bañuelos de Bureba, y como consecuencia de la utilización del mencionado método Freinet se llegaron a editar 13 cuadernillos en las dos pequeñas imprentas que Antoni llevó; dichos cuadernillos se convirtieron en el modo de expresión de sus alumnos, y en ellos contaban desde las costumbres y tradiciones del pueblo, su folklore, las cosas que les pasaban, sus miedos y sus sueños, o como los niños y niñas imaginaban el mar; estos cuadernillos recorrieron el planeta puesto que fueron enviados por correo a sitios tan dispares como Francia, Argentina, México, Cuba, y escuelas del estado. Precisamente de aquí, de cómo los niños imaginaban el mar, surge La Promesa de que llegado el verano, el maestro, que ya tenía contratado hasta el autobús, les llevaría hasta su casa familiar de Mont-roig del Camp para que viesen el mar; promesa que nunca puedo cumplir puesto que nada más producirse el golpe de estado, fue detenido en la noche del 18 al 19 de julio de 1936, torturado, paseado semidesnudo por Briviesca para mayor escarnio y finalmente fusilado la noche del 25 de julio, no sin antes que los falangistas destruyesen la escuela y quemasen todos los materiales pedagógicos, incluidos los cuadernillos hechos por los niños; e incluso dos años después de su fusilamiento, la Comisión Depuradora del Magisterio Nacional de Primera Enseñanza de Burgos resolviese la «separación definitiva» de Antoni Benaiges de su plaza de maestro, en un intento de borrarlo totalmente de la memoria.
Antoni Benaiges Nogués ha pasado de ser uno de los miles de fusilados anónimos que descansan en las cientos de fosas comunes, a convertirse en un personaje muy destacado y reconocido; un símbolo de la persecución que sufrieron los maestros y maestras republicanos. Para explicarnos quién fue Antoni Benaiges se han hecho nada menos que 6 trabajos que nos ayudan a conocer su vida: la exposición fotográfica Desenterrando el silencio, Sergi Bernal (2011); el libro Antoni Benaiges, el maestro que prometió el mar, con textos de Francesc Escribano, Francisco Ferrándiz, Queralt Solé y de Sergi Bernal (2012, Editorial Blume); el documental El Retratista (2013) de Alberto Bougleux y Sergi Bernal; el libro El mar será… de Sebastián Gertrudix y Sergi Bernal (2018, Editorial Gregal); la película El maestro que prometió el mar, de Patricia Font, cuyo estreno está previsto para este año; y, claro está, este cómic. Se da la circunstancia que este cómic es el primero de producción propia que hace la Editorial Blume – lo que una vez más prueba que la publicación de este tipo de trabajos despierta mucho interés y tiene un amplio mercado -; casi toda esta producción tiene como punto de partida el interés y la investigación de Sergi Bernal, que fotografiando las tareas de exhumación de la fosa de La Pedraja (Villafranca Montes de Oca) en 2010 se encontró con un vecino de Bañuelos de Bureba, que le dijo que “aquí está enterrado el maestro de mí pueblo”, despertando en Sergi un interés especial en divulgar la vida y el trabajo de Antoni Benaiges, empleando para ello 12 años de investigación.
La elaboración del cómic llevó a sus autores 5 años de trabajo y originalmente tenía unas 20 páginas más, que por motivos comerciales fueron desechadas. Según palabras del propio Javier Martínez: “Este cómic es una buena manera de introducirse en la historia de Benaiges. Especialmente para los jóvenes, por el atractivo del formato, el elemento visual”. La historia funciona muy bien a pesar de ser una historia trágica y su lectura es atrayente. A través de ella no sólo conocemos la vida de Antoni, sino que nos permite conocer cómo era la vida en aquella época. Vemos que mayoritariamente la sociedad rural de la época era de valores y tradiciones conservadores, en las que el cura, el más conservador de todos, veía en las ideas republicanas y la actitud laica del maestro una amenaza y retroceso en la influencia de la Iglesia, de hecho lo primero que hace cuando llega a la escuela, siguiendo las instrucciones de laicidad de la República, es retirar el crucifijo de la escuela. Con la mayor objetividad nos muestra como Antoni Benaiges no tenía la aprobación de todo el pueblo y como incluso algunos padres se negaron a enviar a clase a sus hijos e hijas. Pero sobre todo nos presenta como era la vida cotidiana de la escuela, su sencillez, sus actividades, la pedagogía empleada y el intento del maestro por introducir nuevas actividades, como por ejemplo el baile, las excursiones, la música.
El dibujo es correcto y sencillo, un dibujo que gana mucho cuando retrata los rostros de los protagonistas, de manera que están muy bien caracterizados y con trazos que componen un rostro que nos habla sobre todo de sus estados de ánimo; es muy bueno el trabajo con el maestro, con el que dibuja siempre expresiones serenas, reflexivas, de persona tolerante perfectamente consciente del ámbito de su trabajo, incluso del rechazo que provoca en algunos vecinos y vecinas, pero que tiene muy claro cuál es su función. No puedo decir lo mismo del cuerpo de los protagonistas y el resto de elementos que componen las viñetas, que muchas veces están hechos con dibujos ya sin el acabado y los detalles que tienen sus rostros.
Utiliza la perspectiva para dibujar edificios o incluso detalles de interiores como por ejemplo el bar, armarios o baldas y expositores, etc, como si de un dibujo técnico se tratase, más que como un dibujo artístico, y lo mismo hace en algunas de las escenas que dibuja. Me ha parecido muy buena y muy acertada la composición de las páginas, un mérito más para este trabajo. El uso del color es el adecuado y juega muy bien con una luz que provoca zonas de sombra y zonas iluminadas, efecto presente en todas las viñetas. Consigue un color luminoso, salvo en las escenas del sueño que tiene en el tren, donde el color es más oscuro, marrón; o el color de la última escena, cuando los llevan a fusilar, donde el color es oscuro, acorde con el dramatismo de la situación.
La portada es una copia de la fotografía que les hizo el retratista, y en ella vemos como el maestro quiere considerarse uno más y ceder el protagonismo a los niños y niñas; está en el centro de la escena, pero atrás, en un plano de igualdad con respecto al del resto de los protagonistas.
El cómic comienza y termina con los trabajos de excavación de la fosa común de La Pedraja, cuya última página es una hermosa viñeta que reproduce el monumento dedicado a las personas asesinadas y enterradas en dicha fosa. ¡Descansen en Paz!.
¡Una dura historia contada de forma sencilla y bella!.
Un saludo. Casimiro Castaño
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Muchas gracias por vuestro buen artículo, me ha gustado mucho.
Una aclaración: el guion también es obra mía. Soy dibujante y guionista.
Una vez más, gracias.