El próximo 11 de febrero es el 150 aniversario de la primera República (11-2-1873). Lo hemos celebrado el sábado 4 con un recorrido por el Donostia de los años treinta, en la Segunda Repúblicade y con la vista puesta en la TERCERA.
2023 Donostia. Lehen Errepublikako eguna 4-2-2023
Estas son las paradas clave.
Comenzamos el recorrido en el María Cristina. Acompañados por Miguel Usabiaga y en base a los recorridos del libro Donostia rebelde. (Este es la referencia de los puntos de las paradas)
PRIMERA PARADA Y COMIENZO, en el María Cristina
Desde allí vemos, a la otra orilla, el frontón Urumea (PUNTO 4) Éste lugar, hoy desparecido, , donde actualmente existe un bloque de viviendas proyectado por el célebre arquitecto Rafael Moneo, paseo Ramón María Lilí número 4. En este frontón tuvieron lugar durante la República importante actos políticos de masas.
El mismo hotel María Cristina (PUNTO 5); y unas manzanas más adelante, en la misma acera y ribera, el edificio de los antiguos seguros de La Equitativa (PUNTO 6). El Hotel María Cristina, en su larga historia desde su inauguración en julio de 1912, ha tenido contacto no sólo con la elite de los turistas y visitantes más adinerados, también tiene otra historia menos conocida, más convulsa. El célebre revolucionario ruso León Davidovich Bronstein, “Trotski”, se hospedó en él. Corría octubre de 1916, cuando acompañado por dos policías es expulsado de Francia, debido a las presiones ejercidas por el gobierno zarista sobre su aliado francés en la gran guerra, para que limpie de su país el nido de revolucionarios rusos que editan el periódico “Nashe slovo” (“Nuestra palabra”), dirigido por Trotski, bajo el pretexto de que ha alentado varias revueltas sangrientas en las tropas aliadas rusas, que paran en suelo de Francia, en Toulon y en Marsella.
Los antiguos seguros de La Equitativa (PUNTO 6). En los días del golpe de estado franquista del 18 de julio de 1936, en el hotel María Cristina y en La Equitativa se reunieron miembros facciosos de los Guardias de Asalto y de la Guardia Civil, provenientes de las guarniciones del cercano Gobierno civil, más algunas unidades militares de vanguardia de los cuarteles de Loyola que había conseguido llegar al centro de la ciudad; haciéndose fuertes; esperando la llegada de los militares sublevados en el cuartel de Loiola, para, juntándose con ellos, dominar la ciudad y ponerla al lado de Franco.
El acoso de los milicianos, su asalto dejando muchas vidas en el camino, lo impidió. Hasta su rendición, su fuego con una ametralladora pesada, dificultaba el asedio de los milicianos al hotel, causándoles numerosas bajas. Después, se rindieron los sublevados del hotel, al ver que los militares no llegaban para socorrerlos. Tuvo su importancia, la presencia intimidatoria del fuego del torpedero nº 9 que los milicianos requisaron en el puerto de Pasaia, y que llevaron a la ciudad para amedrentar a los facciosos y sofocar su levantamiento, acertando con su artillería en varias ventanas del hotel. Fue decisiva la acción suicida de Anastasio Carro, militante comunista y hermano del diputado del PCE Leandro Carro, chofer de profesión, que se lanzó en un camión cisterna de gasolina de Campsa contra la valla del hotel, explotando y acabando con su vida, pero abriendo una brecha decisiva, junto al cañoneo del torpedero y el infatigable asedio de un millar de milicianos, hizo que al anochecer del 23 de julio los sitiados sacaran una bandera blanca y se entregaran.
Los fascistas que ocupan La Equitativa, cuando se ven aislados sin recibir refuerzos, deciden abandonar el edificio, inadvertidamente, antes de que caiga el hotel. Se retiran por la calle Iztueta, donde otra ametralladora pesada que también hostigó a los milicianos, los protege en su retirada, por Gros, desde donde pasan a Eguia y Aldakonea, para bajar a los cuarteles.
SEGUNDA PARADA: EL GOBIERNO CIVIL
(Punto 16) En el Ensanche también se encontraba, en los años treinta, el edificio del Gobierno Civil, que hoy ya no existe. En la calle Oquendo número 20, en el mismo lugar donde ahora se yergue un edificio funcionalista, con el sello de lo que se llamó movimiento moderno, y que aloja una sede territorial de Hacienda. Antes había una villa aislada, con un jardín arbolado, y encintado el conjunto por una alta verja metálica que privatizaba la entrada.
El 15 de diciembre de 1930, en esa intentona de huelga general insurreccional para derribar a la monarquía e instaurar la República, organizada por las fuerzas republicanas y de izquierdas, planificada para saltar al unísono en todo el país, uno de los focos estuvo en este lugar. El asalto fue protagonizado por un grupo de iruneses, junto con los republicanos donostiarras. El grupo de Irún, capitaneado por Manuel Cristóbal Errandonea, Antonio Ortega, Ramón Ormazabal, militantes del grupo Izquierda Revolucionaria y Antiimperialista, popularmente conocido como la IRYA; toman el popular Topo en Irún y se presentan en ese ferrocarril en San Sebastián. En la capital, coordinados con el grupo de conspiradores republicanos, también de la IRYA donostiarra, encabezados por el doctor José Bago, y los periodistas Ignacio Campoamor y Manuel Andrés Casaus; se dirigen de madrugada hasta la sede del Gobierno Civil. Antes han cortado, provistos de hachas, las comunicaciones telefónicas y telegráficas del Gobierno, para evitar que desde dentro soliciten ayuda. Son las seis y media de la mañana, aún no ha amanecido, y el tiempo es horrible, diluvia y truena. El grueso del grupo se oculta tras los árboles, mientras uno de ellos se acerca al guardián de la puerta, para sondear el panorama. Consigue establecer un diálogo con él, para entretenerlo, y mientras eso ocurre, la veintena de hombres armados que permanecían escondidos se lanzan al asalto. Comienza un tiroteo. Hay quien dijo que llegaron a entrar en el palacio y tomarlo brevemente; el gobierno sostuvo que fueron rechazados. Huyen y se dispersan, hacia el río, hacía la ciudad, donde siguen esporádicos los disparos, entre la lluvia y los truenos que confunden el tiroteo. En la refriega, dos guardias caen muertos, el sargento Emilio Montero, y el guardia de seguridad Modesto López. En las horas y días siguientes son detenidos algunos cabecillas del asalto donostiarra, entre ellos Cristóbal Errandonea, Antonio Ortega, Ramón Ormazabal, José Bago, Ignacio Campoamor y Manuel Andrés Casaus. El fiscal pide penas de muerte para ellos, pero no llega a dictarse ninguna sentencia, por la caída del régimen al proclamarse la República el 14 de abril del 1931.
El doctor Bago, preso de los franquistas durante la guerra civil, fue protagonista una singular peripecia. En el campo republicano se encontraba detenido el doctor Gómez Ulla, un prestigioso médico militar que no compartía la causa de la República, pero al que la guerra le había sorprendido en Madrid. Durante casi dos años Gómez Ulla sirvió como médico a la República dirigiendo el hospital de sangre instalado en el hotel Palace, hasta que fue detenido en 1938 cuando intentaba pasarse a las filas franquistas. Acusado de traición, fue condenado a muerte, aunque su pena fue conmutada por el presidente Negrín, gracias a los denodados esfuerzos de una enfermera escocesa, Fernanda Jacobsen, que trabajó con Gómez Ulla en el Madrid republicano, y que consiguió que el primer ministro británico, Lord Atlee, se lo pidiera personalmente al presidente. La República y Franco, gracias a la intercesión de la Cruz roja británica y la Cruz roja cubana, accedieron a liberarlos, realizando un intercambio de prisioneros, el donostiarra doctor Bago fue entregado a sus compañeros republicanos y Gómez Ulla a los franquistas. Se convino como lugar para el canje una oficina mixta en la ciudad de Toulouse, bajo el auspicio de la embajada de Cuba, el 23 de noviembre de 1938. Así se hizo. Al día siguiente Gómez Ulla entraba en la España franquista por Irún. Se dio la paradoja que tras la guerra el doctor Gómez Ulla fue sometido a Consejo de Guerra por los tribunales franquistas, acusado de haber atendido a heridos republicanos, juicio del que salió impune. El doctor Bago se exilió en Argentina, donde falleció.
La vida de Manuel Andrés Casaus terminó pronto, el 19 de septiembre de 1934 apareció muerto, abatido por las balas en San Sebastián, junto al número 15 de la calle Peña y Goñi. Probablemente se trató de un atentado falangista, una venganza por el asesinato el día anterior, en el número 32 de la calle Prim donostiarra, de Manuel Carrión, jefe de la Falange en San Sebastián. Manuel Andrés Casaus era un periodista navarro, nacido en Elizondo, y residente en San Sebastián desde 1914. Trabajó en la redacción de «El Pueblo Vasco» hasta que fundó, en 1920, el vespertino «La Prensa», del que fue director. Fue un hombre de acción, decidido republicano durante la Dictadura de Primo de Rivera. Se halló, en consecuencia, a la cabeza, de todas las conspiraciones antidictatoriales. Tras su paso por la IRYA, fue fundador del Comité Nacional de Acción Republicana con Manuel Azaña, del que fue amigo personal. Y fue un hombre clave para la proclamación de la II República en Eibar. Se le designó durante la II República gobernador civil de varias provincias, y cuando fue gobernador de Navarra, en 1932, derrochó diligencia y celo republicano para cortar de raíz varias conspiraciones carlistas antirrepublicanas.
Ignacio Campoamor, otro periodista donostiarra, era el hermano de la feminista Clara Campoamor. Junto al médico Pepe Bago, a Manuel Andrés Casaus, y a José María Amilibia, el mayor de la saga donostiarra de los Amilibia, que tanto compromiso tuvieron con la República; formaba el Comité Revolucionario de San Sebastián, que preparó el asalto al Gobierno Civil en diciembre de 1930. Durante la República formaría parte de Izquierda Republicana, y desempeñó las funciones de Gobernador de Cuenca y de Santander. La defensa de los detenidos tras el asalto fallido, corrió a cargo de Clara Campoamor junto a José Amilibia, a pesar de que éste era también un miembro secreto del Comité Revolucionario y se arriesgaba a ser descubierto, no dudó en comprometerse en la defensa.
Clara Campoamor, la célebre feminista, tiene una profunda relación afectiva con la ciudad de San Sebastián. A sus 22 años, llegó a San Sebastián para trabajar destinada como funcionaria en el Cuerpo de Correos y Telégrafos, donde estará cuatro años, entre 1910, y 1914. Es su etapa juvenil, una etapa incierta de su vida, errática, antes de retomar sus estudios de bachillerato que había abandonado, y que proseguiría después en la Facultad de Derecho para licenciarse como abogada. Aunque desde 1914 vivió en Madrid, eran constantes sus viajes a la ciudad, donde tenía muchos amigos y estaba su único hermano, Ignacio.
Campoamor forma parte del equipo de 21 diputados redactor de la nueva constitución de la República. Allí lucha por establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, lucha por admitir el divorcio y el sufragio universal, a menudo llamado “voto femenino”. Logra todos sus propósitos, excepto el “voto femenino”, que deberá pasar por aprobación directa del Parlamento. Es la defensora a ultranza del voto femenino sin limitaciones, la única, por encima de sus otras conocidas compañeras parlamentarias, de Victoria Kent, del Partido Radical Socialista; y de la actitud titubeante de Margarita Nelken, del PSOE, donde Indalecio Prieto se ha manifestado abiertamente en contra; que ven con riesgos para la izquierda el voto femenino. Clara Campoamor no admite compromisos, fuerza el debate de principios. Su posición vence finalmente y se aprueba el 1 de octubre de 1931, por 161 votos a favor por 121 en contra. Al escorarse a la derecha el Partido Radical, lo abandona, y solicita el ingreso en Izquierda Republicana, que es rechazado. Enfadada e indignada por este hecho, escribió su libro: “Mi pecado mortal. El voto femenino y yo”. Tras un largo exilio en Paris, Argentina y Suiza, el 30 de abril de 1972 fallece, en Lausana. Deja su última voluntad: que sus restos reposen en San Sebastián, donde se encontraba cuando se proclamó la República. Esos días, también estuvo en la vecina Irún, donde se dirigió al pueblo desde el balcón del ayuntamiento, para celebrar la victoria republicana. Y es en el cementerio de Polloe de San Sebastián, se conservan sus restos, en el panteón de los Monsó Riu por ser Clara madrina de la familia. Una escultura con su figura la recuerda en el paseo de la Concha, lugar donde finalizaremos el recorrido.
TERCERA PARADA: EL CÍRCULO REPUBLICANO
(PUNTO 15) En la calle Garibay, en el primer piso del portal número 4, se ubicaba en 1930 el Círculo Republicano de San Sebastián, sede también del partido Unión Republicana. En esta sede tuvo lugar parte de la reunión que celebró la oposición a la monarquía el 17 de agosto de 1930, que se conoce como Pacto de San Sebastián, y que resultó decisiva para la proclamación de la II República tras las elecciones municipales de abril del siguiente año. En ella se acordó la estrategia conjunta para poner fin al reinado de Alfonso XIII. La razón de su celebración en San Sebastián fue por su oportunidad, dado que en el verano era una plaza donde pasaba sus vacaciones gran parte de la elite política nacional, y así era más fácil reunirlos de una manera informal y que llamara poco la atención. Bajo la presidencia del futuro alcalde republicano de San Sebastián, Fernando Sasiain, presidente de la Unión Republicana donostiarra, participaron: Alejandro Lerroux del Partido Republicano Radical; Manuel Azaña por el Grupo de Acción Republicana; Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz y Ángel Galarza por el Partido Radical-Socialista; Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura por la Derecha Liberal Republicana; Manuel Carrasco por Acción Catalana; Macia Mallol por Acción Republicana de Catalunya; Jaime Aiguader por Estat Catalá; Santiago Casarés Quiroga por Federación Republicana Gallega; e Indalecio Prieto del PSOE, aunque éste asistió a título personal. También asistieron a título personal, Felipe Sánchez Román, Fernando de los Ríos, y Eugenio Ortega y Gasset, hermano del filósofo; a los que se añadió el célebre médico Gregorio Marañón, que, sin acudir, envió una nota de adhesión.
No se tomaron acuerdos por escrito, ni se levantó acta alguna. Sin embargo, de lo trascendido en algunas notas oficiosas, y según lo comentado por algunos asistentes, parece que allí se sentaron las bases del acuerdo para la actuación conjunta y la prioridad de disolver la monarquía en unas nuevas Cortes Constituyentes, que admitirían los estatutos de autonomía para Cataluña “y demás regiones que sientan la necesidad de una vida autónoma”. El PSOE y la UGT, informadas por Indalecio Prieto, se sumaron al Pacto en octubre. Esa decisión animó el primer intento republicano fallido, aquel de la huelga general insurreccional de diciembre de 1930; pero funcionó en el segundo, tras la victoria republicano-socialista en las elecciones municipales del 12 de abril de 1930, que fueron entendidas, de inmediato, conforme al Pacto, como un plebiscito contra la monarquía, que se vio forzada a abdicar.
La reunión fue algo accidentada. Parece ser que comenzó al final de la mañana en el hotel Londres, según habían acordado de antemano, con una reunión preliminar para cambiar impresiones, pero ante la indiscreción que habían comprobado que suponía reunirse en un lugar tan público y expuesto en el verano como era ese hotel, en el centro de la bahía de la Concha, y observar también la vigilancia de la policía, decidieron ir a comer al restaurante Rodil, lugar de antiguo esplendor. La comida en el Rodil corrió por cuenta del dirigente socialista local Guillermo Torrijos, para proseguir la reunión por la tarde en la mencionada sede del Círculo Republicano de la calle Garibay
CUARTA PARADA: EL CASINO
A esas dos puntas de lanza de los sublevados en el centro de la ciudad se sumó el Casino, actual ayuntamiento (PUNTO 7), ocupado por los fascistas. Para tomarlo, frente a las ametralladoras que los sublevados tenían instaladas, había que jugarse la vida. Tres ametralladoras protegiendo respectivamente cada uno de sus flancos, a lo que se sumaba la dificultad por las verjas metálicas que rodeaban el edificio, excepto por el frente del bulevar. Para alcanzar sus ventanas o la puerta había que saltar la verja entre el fuego de las ametralladoras; o avanzar a pecho descubierto hacia la fachada del bulevar, frente al fuego de la ametralladora que desde una ventana defendía ese flanco. Hubo muchos muertos en el asalto, entre ellos Severiano Asarta, hermano de Imanol Asarta, dirigente comunista donostiarra que será fusilado años después junto a Jesús Larrañaga. Severiano Asarta cayó el 22 de julio en las portaletas del bulevar, según da fe su camarada Cuenca, otro asaltante. Relata que salían al asalto desde las portaletas protegidos tras camionetas y colchones, hasta el momento decisivo de salir corriendo y saltar; y ahí cayó Severiano, junto a él.
Fernando Sasiain Brau fue alcalde Republicano de Donostia
QUINTA PARADA. LOS SINDICATOS
(PUNTO 8) En el primer piso del portal número 7 de la calle Puerto, se ubicó a principios del siglo XX la sede de la Federación Local de Sociedades Obreras de San Sebastián, la FLSO; que tuvo un papel primordial en el despliegue de las ideas revolucionarias, del socialismo, en San Sebastián. Fue en su balcón, entonces encima de la popular sociedad gastronómica Euskal Bilera, que hoy es el restaurante Bernardo, y frente al no menos popular restaurante Juanito Kojua, desde donde ondeó por primera vez la bandera roja en San Sebastián. Era el 1º de mayo de 1909, y allí permaneció ondeando durante todo el día. Un hecho insólito que fue recogido por la prensa local.
(PUNTO 9) En el primer piso del número 38 de la calle 31 de agosto, también en la Parte Vieja, donde se situó también la sede de la UGT.
SEXTA PARADA GUERRILLA
(PUNTO 19) Calle San Martín número 16, en el piso tercero derecha, el día 22 de noviembre de 1944, son detenidos por Melitón Manzanas Regino González, a Javier Lapeira y a Marcelo Usabiaga, miembros de un grupo de 11 guerrilleros, dividido en dos unidades, la primera de cinco personas, y la segunda de seis, 10 hombre y una mujer. El primero grupo de maquis vasco.
El gernikarra que trajo el maquis a Urdaibai
SÉPTIMA PARADA CNT
(PUNTO 20) Calle Larramendi, número 11, sede de la CNT. Aquí estuvo uno de los focos de resistencia más importante y decisivo contra la operación de los sublevados franquistas para apoderarse de la ciudad. Los militantes anarquistas levantaron barricadas en esta calle Larramendi y en la cercana calle Moraza donde resistieron e impidieron el avance hacia el centro de la ciudad del grueso de las fuerzas militares de los cuarteles de Loiola, dejando aislados y sin refuerzo o socorro a los edificios como La Equitativa, el Casino o el hotel María Cristina adonde habían podido llegar algunas fuerzas militares de vanguardia y donde se habían enrocado, esperado su auxilio.
Además de en las barricadas, enfrentando al fuego de fusil, de ametralladora, de mortero, de los soldados que asomaban por el parque de Amara, también hubieron de combatir los milicianos en tejados y azoteas, hasta donde se habían colado francotiradores falangistas que fueron repelidos o abatidos. Entre los anarquistas más destacados en esos combates estaban: Feliz Likianano, que perdió en ellos a su hermano menor José Antonio, de 19 años; Manuel Chiapuso, Casilda Hernáez, y Antonio Díaz Vivar, “Txonón”. La posición fue sostenida en las barricadas hasta que llegaron algunas unidades de milicianos republicanos en el ferrocarril, a la estación de Amara; y otras por la trasera de Amara Viejo. Eran milicianos donostiarras que habían acudido, en el primer momento del alzamiento, en ayuda de Eibar y volvían de allí avisados de la situación de gravedad en la defensa de la capital. Volvían con más armas, y con milicianos eibarreses. Tomaron por la espalda a los franquistas que atacaban desde el parque de Amara, donde tenían instalada alguna ametralladora pesada y varios morteros, y éstos tuvieron que retroceder con urgencia volviendo a los cuarteles de Loyola, de donde ya no salieron, entregando su plaza a la República, a las nuevas autoridades de defensa de la ciudad al mando de Jesús Larrañaga, el 28 de julio.
OCTAVA PARADA EUSKADI ROJA
(PUNTO 21) Callejón de Arroka, en el sótano del portal B, tuvo su sede la prestigiosa cabecera comunista “Euzkadi Roja”, un semanario comunista para todo Euskadi que se editaba en San Sebastián. En su redacción, la flor y nata del comunismo donostiarra: Jesús Larrañaga, Ramón Ormazabal, Ricardo Urondo, Juan Astigarrabía, Juanito Cámara, los hermanos Zapirain, y un joven Marcelo Usabiaga. Entre ellos, el periodista con más oficio, tipógrafo profesional de “La Voz de Guipúzcoa”, candidato a diputado del PCE por Guipúzcoa en 1933, activista permanente, detenido en múltiples ocasiones, como la de la huelga general celebrada en San Sebastián el 9 de enero de 1932, y miembro del primer Gobierno Vasco de Aguirre, como secretario general de Obras Públicas.
Otro periódico, La Voz de Guipúzcoa fue un periódico republicano editado en la ciudad de San Sebastián entre 1885 y 1936
ULTIMA PARADA: ESCULTURA DE CLARA CAMPOAMOR Y CÁRCEL DE ONDARRETA
(PUNTO 22) Cárcel de Ondarreta. A lo largo de la historia moderna de San Sebastián, los rebeldes, los revolucionarios, los huelguistas, los republicanos, los rojos, terminaban morando algún tiempo entre sus paredes. Y entre sus paredes, a tenor de lo que contaban sus ocupantes, había una atmósfera de humedad muy insalubre. Allí penaron entre tantos otros, Juan Astigarrabía, Jesús Larrañaga, los hermanos Zapirain, el doctor Bago, Ricardo Urondo, Manuel Andrés Casaus, Ignacio Campoamor, Marcelo Usabiaga, Cristóbal Errandonea, Ramón Ormazabal. Tras la guerra, sacaban a los presos para trabajar construyendo la carretera cercana que hoy es la avenida de Tolosa (23). Era un régimen de explotación casi esclavista: a las 7 y media de la mañana eran sacados de la prisión y llevados al tajo, a la carretera que construían los presos. Durante todo el día, en grupos de cuatro presos, cargaban, descargaban, y empujaban una vagoneta llena de piedras sobre una vía estrecha, sobre un recorrido de unos 500 metros de un extremo al otro. A las 12 y media llegaban desde la prisión las perolas con la comida y les llamaban a comer. Una comida muy rápida, para volver a cargar, descargar y empujar piedras hasta las seis y media de la tarde, cuando eran encerrados de nuevo en la cárcel. Aunque salir a trabajar tenía la ventaja de que los familiares podían acercarse al tajo a visitar al preso, e incluso entregarle algo de comida en un momento, bajo la supervisión estricta de los vigilantes. El tajo era duro físicamente, se trabajaba haciendo el firme de la carretera, y los presos cargaban en el lugar de acopio, piedras sobre vagonetas que empujaban para llevarlas al lugar donde se estaba faenando, y allí se descargaban y se repartían como ordenaban los encargados. Así que todos los donostiarras deberían saber que esa carretera la hicieron los presos de la cárcel de Ondarreta, con sudor y sangre.
En su vida, además de alojar, como decíamos, a los subversivos, en dos momentos históricos fue objeto de actos de violencia desbordada. Uno, en los días de la sublevación franquista, tras la derrota del alzamiento en la ciudad, fueron encerrados los principales dirigentes falangistas locales, destacados derechistas y los jefes militares de Loyola que se habían sublevado e intentado tomar la ciudad; y la muchedumbre, enrabietada por las acciones fascistas tan recientes, y por los bombardeos aéreos y marinos sobre la ciudad, asaltó la cárcel y fusiló a 53 presos, 41 militares y 12 civiles. El otro tras la victoria franquista, donde la cárcel se volvió a llenar de republicanos, izquierdistas, anarquistas, socialistas, comunistas, nacionalistas como el cura José Maria Ariztimuño, “Aitzol”; y en una operación organizada a lo largo de varias semanas fueron fusilados en torno a 600 presos, 200 de ellos en las tapias del cementerio de Hernani, que fue el destino trágico de Aitzol, otros en las canteras de Bera de Bidasoa, otros en Oiartzun; y muchos en lugares de la misma San Sebastián como el Puente de Hierro, el campo de tiro de Bidebieta, o el monte Ulía. Eran fusilamientos clandestinos, irregulares. Cuando luego iba el familiar a interesarse por el preso, se le decía que ya había sido puesto en libertad, era la clásica “ley de fugas” de la policía, pero orquestada y organizada. La cárcel dejó de existir en 1949.
ADDENDA
Una vez finalizado y dependiendo del tiempo, es de interés acercarse al cementerio de Polloe, donde se encuentra enterrada Clara Campoamor o al lugar de la muerte de los pescadores de Pasaia.
(PUNTO 1) El 27 de mayo de 1931, pocas fechas después de la proclamación de la II República, la Guardia Civil disparaba fuego real contra una manifestación de más de dos mil personas, que había partido de Pasaia y que pretendía llevar al centro de la ciudad la reivindicación del sindicato de los pescadores. Iba encabezada por mujeres y niños con dos pancartas que proclamaban: “Queremos pan para nuestros hijos”, y “Libertad para nuestros compañeros”. Morían bajo el fuego al menos 10 marineros.
Otros recorridos republicanos: IBILBIDEAK-ITINERARIOS
En este pdf tenéis un muy interesante artículo publicado en la revista Historia y Vida sobre la primera República en du 150 aniversario.