Publicado en 2018 por Editorial Drakul. 96 páginas en color, más 3 páginas con fotos de la época en b/n. Autores: Juan Sepúlveda Sanchis y Antonio Santos Mercero en el guion, y Marina Cochet en el dibujo.
Juan Sepúlveda, valenciano de nacimiento y residente en Canadá, ingeniero electrónico, escritor y guionista del que conocemos poco, es autor de un cómic más, Six faces of dicey de un libro de viajes en tono humorístico.
Antonio Santos Mercero, hijo del director y guionista Antonio Mercero, cocreador de las series de TVHospital Central,Farmacia de Guardia y Lobas. También forma parte del trío Carmen Mola, reciente Premio Planeta con La Bestia y autores tambiénde la trilogía La novia gitana . Como podemos ver, un hombre con una gran experiencia y que en este caso aporta a este cómic un ritmo e imagen muy cinematográfica.
MariaCochet, francesa con residencia en España, licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense, ilustradora y grabadora. El Violeta es su primer cómic, realizando un magnífico trabajo.
Este mes presentamos un cómic muy especial, un cómic que nos describe la represión que las personas homosexuales padecieron durante el franquismo, y como muchas de ellas tuvieron que esconder la naturaleza de su sexualidad, e incluso se vieron obligados a mantener la “normalidad” de los valores heterosexuales, casarse y formar una familia. La persecución a las personas homosexuales ha aparecido en varios cómics, pero de una manera fugaz, una simple mención a ella a través de un personaje, o alguna viñeta suelta, pero este es un cómic que aborda de manera monográfica la persecución que sufrieron.
En esta novela gráfica se nos cuenta la historia de Bruno, un chico gay de dieciocho años que es detenido en una redada en el Cine Ruzafa en Valencia, un lugar donde se reunían en privado por aquella época los gays de la zona al ser ilegal mostrar en público lo que por entonces se consideraba una conducta desviada. Iremos siguiendo su vida, pasando por su encarcelamiento, por cómo su sexualidad afecta a sus relaciones personales, laborales y familiares, y veremos las alternativas que tenían los gays durante el franquismo: la clandestinidad, el exilio o la integración en la sociedad negando (al menos públicamente) quiénes eran.
El violeta, uno de los múltiples términos despectivos usados para referirse a los gays en aquella época, es una historia muy dura y nada fácil. No tiene momentos dulces o divertidos que alivien la tensión narrativa, ni hay lugar para la esperanza en ella. Es una historia triste, cruda, tremendamente dramática. Pero es que la situación vivida en España durante la dictadura también lo era. Se encerraba a los violetas en cárceles, en campos de concentración de los que hoy en día nadie habla, y se les sometía a terapia de electroshocks para obligarles a entrar en el armario para el resto de sus vidas.
Pero El violeta es una historia muy bien llevada. Te pones a leerla, sin saber muy bien qué esperarte, principalmente por el desconocimiento de sus autores, nuevos en el medio, y te atrapa desde el primer momento. Aunque sea su primer trabajo en el mundo del cómic, se nota que tanto Juan Sepúlveda Sanchís como Antonio Santos Mercero tienen experiencia escribiendo.
El dibujo de Marina Cochet, con un estilo que bordea el underground, áspero y duro, que se adapta a la perfección a la historia; los colores que emplea son oscuros, para resaltar el dramatismo de la situación.
A través de sus páginas vemos como se perseguía a los homosexuales, sus conductas se consideraban desviadas y se les encarcelaba. Incluso conocemos la existencia del Campo de concentración Tefía, en Fuerteventura, donde se les sometía a trabajos forzados.
Una de las partes más intensas de El Violeta es precisamente cuando Bruno se pone bajo la tutela de su padre, que le había abandonado desde su nacimiento, y quele obliga a ingresar en la Academia de policías de Valencia, le presiona para que se eche novia, y le impide mantener contacto con otros hombres. Finalmente Bruno se hace policía y se casa, y vivirá una vida que no quiere vivir. Otro de los momentos clave del cómic tiene lugar precisamente cuando Bruno se niega a sí mismo y llega a interiorizar que es un enfermo. En la presión y adoctrinamiento que sufre se muestra dispuesto a acudir a un psicólogo, a un médico o incluso someterse a electroshock.
Este cómic se ha convertido en un gran éxito editorial y, de hecho se han comprado los derechos para hacer una película. No es la primera vez que esto ocurre y aún tenemos fresco el ejemplo del magnífico cómic de Sordo, que fue llevada al cine en una adaptación desafortunada, sin pies ni cabeza con respecto al cómic original. Esperemos que esta vez sea distinto.
Una gran historia y un cómic necesario que, sin lugar a dudas debe de ocupar un puesto destacado en nuestra colección.
Un saludo. Casimiro Castaño.