Una esperanza de aire fresco,
anega los confines subliminales de lo etéreo
La República ha llegado, y las puertas se han abierto,
a todas las primaveras de la rosa de los vientos.
Que la limpien deprisa,
de la baba herrumbrosa de los tiempos esotéricos,
que los vándalos crearon con miedos apelmazados,
entre tinieblas de la Inquisición.
Siglos de miseria y asco,
como una losa pesaron en el devenir de los pueblos,
sometidos a constante humillación.
Sus cómitres, vomitando latigazos de estímulo,
como si fueran bestias, los llevaron encendidos
a morir en la hoguera sacrosanta del patíbulo.
Un aura límpida y suave, lleva promesas gritando,
y las ilusiones rotas, se han fusionado en el acto.
Clamores de libertad reclaman voces de hambrientos,
y ya los desheredados, sienten llegado el momento.
El fin de la esclavitud se intuye en los duros rostros,
no más oprobio en silencio,
que brillen con elocuencia las luces del entendimiento.
Se han borrado milenios de opresión, injusticia y espanto,
la explotación de los bárbaros de todos los tiempos,
se tambalea, y en ese vaivén se duermen los niños
Enhorabuena. ¡Viva la República!
Luis María Ormazabal, Publicada en el libro auto editado “Los Ecos del Silencio”