El 12 de diciembre de 1982, más de 30.000 mujeres se concentraban frente al campamento militar de Greenham, en Berkshire, Inglaterra, para, como decía la consigna utilizada en sus movilizaciones, “abrazar la base”; rodear todo el perímetro de aquel inmenso cuartel de la OTAN, compartido por las fuerzas aéreas de Gran Bretaña y Estados Unidos, mediante una gran cadena humana formada, única y exclusivamente, por mujeres. Abuelas, madres, hijas y nietas que, mano con mano, creando una sólida hilera de vida y de esperanza, protestaban contra la instalación en Europa de los misiles Pershing y exigían el inmediato desmantelamiento de todo el arsenal nuclear existente en el continente.
Aunque muchas de aquellas mujeres fueron reprimidas por la fuerza de los antidisturbios, detenidas por la policía, juzgadas e incluso algunas enviadas a prisión, las protestas continuaron. Pese a todo, aquellos misiles “patrocinados” por el paranoico tándem Thatcher-Reagan finalmente fueron instalados casi un año más tarde, en noviembre de 1983, y permanecieron en territorio británico hasta 1991, pocos meses antes del definitivo desmantelamiento de la base.
A pesar de aquella derrota, la iniciativa de las «30.000 de Greenham» supuso un auténtico hito que consiguió aunar las luchas sectoriales de frentes hasta entonces descoordinados, como el pacifista, el feminista, el sindical, el político o el antinuclear. Aquellas mujeres plantaron cara a las estrategias militaristas y antisociales del recién nacido neo-liberalismo europeo. Y algunas, aunque fueron vencidas, no abandonaron su activa apuesta pacifista y continuaron con una vehemente actitud, plantadas frente a la base durante años, hasta que la última de ellas “levantó el campamento” en noviembre del 2000, 19 años después del comienzo de la acampada.
Pero mucho más importante que su protesta fue su actitud. Por primera vez en la historia una importantísima cantidad de mujeres, y solo mujeres, se convertía en “manada” para intentar defender su futuro y el de toda la humanidad. Para servir de aviso y ejercer de punta de lanza frente al conformismo, el egoísmo, la cobardía y la pasividad de una sociedad patriarcal que, poco a poco llevaba (y, desgraciadamente sigue llevando) el planeta a la hecatombe. Para demostrar que lo femenino, fuera de todos los absurdos y malintencionados tópicos, tan del gusto de quienes en la vida solo ven negocio, es también y sobre todo fuerza, coraje, inteligencia y capacidad.
Hoy, 35 años después de aquella gloriosa gesta de las «30.000 de Greenham”, muchas mujeres en toda la tierra siguen luchando denodadamente por un mundo más justo; un mundo pacífico, libre de agresiones y de opresión. Un mundo en el que no caben el abuso, el maltrato, la violación, la exclusión, la discriminación por raza, sexo, edad, creencias o capacidad. En resumen: Un mundo mucho más femenino.
En recuerdo de aquellas valientes mujeres y de todas las luchadoras por la paz, aquí tienes este casi desconocido poema de Boris Vian, decididamente antibelicista e interpretado por 2 mujeres. Un poema hecho canción que denuncia y que condena la guerra y a aquellos que se lucran con ella a costa de la vida de personas que, en una gran mayoría de ocasiones y dada su muy corta edad, son tan solo “casi niños” o niños del todo.
À TOUS LES ENFANTS
A tous les enfants
Qui sont partis le sac au dos
Par un brumeux matin d’avril
Je voudrais faire un monument
A tous les enfants
Qui ont pleuré le sac au dos
Les yeux baissés sur leur chagrins
Je voudrais faire un monument
Pas de pierre, pas de béton
Ni de bronze qui devient vert
Sous la morsure aiguë du temps
Un monument de leur souffrance
Un monument de leur terreur
Aussi de leur étonnement
Voilà le monde parfumé
Plein de rires, pleins d’oiseaux bleus
Soudain griffé d’un coup de feu
Un monde neuf où sur un corps
Qui va tomber
Grandit une tache de sang
Mais à tous ceux qui sont restés
Les pieds au chaud sous leur bureau
En calculant le rendement
De la guerre qu’ils ont voulue
A tous les gras, tous les cocus
Qui ventripotent dans la vie
Et comptent et comptent leurs écus
A tous ceux là je dresserai
Le monument qui leur convient
Avec le schlague ,avec le fouet
Avec mes pieds, avec mes poing
Avec mes mots qui colleront
Sur leurs faux-plis sur leurs bajoues
Les larmes de honte et de boue.
Letra: Boris Vian. Música: Claude Vence.
Interpretada por: Joan Baez y Catherine Sauvage
A TODOS LOS CHAVALES
A todos los chavales que se fueron
Con el petate a la espalda
Una brumosa mañana de abril
Yo les querría hacer un monumento
A todos los chavales que han llorado
Con el petate a la espalda
Y los ojos gachos por la pena
Yo les querría hacer un monumento.
No de piedra ni de hormigón
Ni de bronce que enverdece
Por el mordisco agudo del tiempo
Un monumento de su sufrimiento
Un monumento de su terror
También de su asombro.
Este es el mundo perfumado, lleno de
Risas, lleno de pájaros azules, de repente
Arañado por un disparo
Un mundo nuevo en el que
En un cuerpo que se va a caer
Crece una mancha de sangre.
Pero a todos los que
Se quedaron con los pies calientes
En sus despachos calculando
El rédito de una guerra deseada
A todos los obesos, a todos los cabrones que
Viven criando tripa y
Cuentan y cuentan su dinero
A todos esos les erigiría
El monumento que les conviene
Con el “schlague” (*), con la fusta
Con mis patadas, con mis puños
Con mis palabras que marcaran
En sus arrugas y en sus papadas
Lágrimas de vergüenza y de barro.
(*) Castigo militar antiguamente usado en el ejército prusiano y consistente en una
flagelación a golpe de vara de fresno.
(Traducción libre: Liova37)