A Samuel Barber
Un cronógrafo y un plano artillero.
A las cinco un hombre cayó en tierra
y el cronógrafo voló de su muñeca
como una luna arrancada de la tierra
marcando un tiempo en blanco que contempla
las mareas cambiantes a sus pies
Todo bajo los olivos.
Un cronógrafo y un plano artillero.
Se quedó para siempre en aquel lugar
separado de su camarada vivo
por la bala divisoria
que abrió la amplia distancia
de su soledad final.
Todo bajo los olivos.
Un cronógrafo y un plano artillero.
Y los huesos inmovilizados a las cinco
bajo una luna intemporal;
el otro sigue viviendo
y llevará en su corazón para siempre
el vacio abierto por la bala
Todo bajo los olivos.
Stephen Spender
En S. Spender. Poemas. Visor. Madrid, 1981. Trad. Jorge Ferrer Vidal.
Poeta y crítico literario británico Stephen Spender, último representante vivo de la llamada generación de 1930. Spender, un exquisito gentleman con el corazón inclinado a la izquierda, cuyo compromiso con la izquierda le llevó a apoyar apasionadamente la causa de la República durante la guerra civil española. De todo el grupo integrante de la generación de 1930, Spender fue acaso el que más sinceramente se involucró en la política y llegó a formar parte -aunque fugazmente- del Partido Comunista. Viajero incansable (su devoción por España nació de una visita sobre el terreno), respetable padre de familia y devoto periodista, en la última etapa de su vida Spender se manifestó más partidario de ser recordado como un poeta. Al compromiso ideológico de juventud le había sucedido también un claro desencanto por la política. En una entrevista concedida el año pasado al diario The Times, Spender explicaba: «Me mantengo a la izquierda porque creo que cuidan más los temas de educación. Pero en el mundo de hoy no creo que existan verdaderas alternativas políticas como en el pasado». El escritor evocaba su trabajo como periodista en Barcelona, Madrid y Valencia, en 1937: «De aquellos tiempos recuerdo el clima excitante y el entusiasmo en que se vivía». El poeta conoció y trató aquellos años a Hemingway, Alberti y Marià Manent. «Yo era antifascista y estaba al lado de la República», decía Spender, «pero no me sentía feliz con los comunistas». El poeta definía sus composiciones sobre la guerra como «algo tristes y en las que había mucho sentimiento pero nada de propaganda».
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