Hoy, 9 de febrero, los republicanos de Bizkaia hemos realizado nuestra conmemoración de la proclamación de la I República, realizando un pequeño recuerdo y homenaje a otro de sus presidentes. Si el año pasado fue Pi y Margall, este año le ha tocado a Nicolás Salmerón, el hombre que sucedió a Pi en la presidencia del gobierno.
Nicolás Salmerón Alonso nació en Alhama de Almería en 1838. Era hijo de un conocido liberal de la zona. Su hermano, Francisco, también liberal, fue diputado durante el Bienio Progresista (1854-56), momento en el que ocupó responsabilidades ministeriales; además, Francisco, tenía vínculos con la masonería, tan proclive siempre a las ideas liberales avanzadas y republicanas.
Nicolás estudió Derecho y Filosofía y Letras en Granada, donde hizo amistad con los filósofos Giner de los Ríos y Sanz del Río, precursores del krausismo en España y de la Institución Libre de Enseñanza (ILE). Precisamente sería el krausismo y el institucionismo lo que marcaría la trayectoria intelectual de Salmerón.
Se afilió al Partido Demócrata en el período isabelino y, una vez que triunfó la revolución democrática de septiembre de 1868, entró a formar parte del Partido Democrático Republicano Federal, aunque él era más proclive a una república unitaria. Cuando se proclamó la I República fue Ministro de Justicia con el Presidente Figueras y Presidente de las Cortes bajo la presidencia de Pi y Margall. Tras la dimisión de éste, debida a la insurrección cantonalista, fue nombrado Presidente de la República.
Tuvo que enfrentarse desde su gabinete tanto a las insurrecciones cantonalistas como a la Guerra Carlista. Para lo primero tuvo que llamar a militares no afectos a la República. Sofocó algunos de los levantamientos, pero la negativa a firmar unas condenas a muerte le hicieron dimitir. Iba en contra de sus principios.
Regresó a la presidencia del Congreso con el gabinete Castelar, quien le sustituyó al frente del Gobierno y con quien tuvo serias disputas. A la caída de la República intentó regresar a su puesto en la Universidad, pero la represión que sobre los republicanos ejercieron las nuevas autoridades monárquicas le hicieron marchar al exilio.
En París tomó contacto con Manuel Ruiz Zorrilla, con quien compartió la iniciativa política entre 1876 y 1890 en el Partido Republicano Progresista, a pesar de que ambos mantenían ciertas diferencias al respecto de los métodos de acceder al poder. En 1885, tras la amnistía de Sagasta, volvió a España, siendo elegido diputado a Cortes en varias ocasiones. En 1890 se separó de Ruiz Zorrilla para fundar el Partido Centralista, basado en sus principios filosóficos.
Tras la crisis finisecular del republicanismo y la muerte del resto de líderes republicanos del XIX, Salmerón fue la piedra sonbre la que se creó la Unión Republicana de 1903, el último intento de los republicanos en la Restauración por agruparse en torno a un solo partido político. Sin embargo, las diferencias sobre la formación de la Solidaritat Catalana, a partir de 1906, dieron al traste con la iniciativa.
Falleció en 1908 en la localidad francesa de Pau. Sus restos mortales fueron trasladados en 1915 al cementerio civil de Madrid, donde un precioso panteón es su último reposo. En su epitafio aparece una glosa realizada por Clemenceau, primer ministro francés entre 1907 y 1912), y se recuerda que «dejó el poder por no firmar una sentencia de muerte».